Walton Ford se apropia de la minuciosidad y del estilo descriptivo y fresco de los naturalistas del siglo XIX y de artistas como John James Audubons, Karl Bodmer, George Catlin, pero él pone su genio para trabajar en una investigación de la historia natural en sí misma.
Para manejar un campo estético-guía, Ford compone alegorías densas que hacen, a veces directamente a veces de reojo, alusiones a todo, desde el conservacionismo y el consumo a la guerra, la política y el imperialismo.
Desde su visión increíblemente fiel de la naturaleza (al modo descriptivo de la historia natural), las obras de Ford la reflejan en una escala mucho mayor, produciendo enormes acuarelas que son auténticas composiciones épicas o verdaderos dramas líricos, capturando los momentos de los cambios del orden natural, como si se tratase del último miembro de una especie que lucha por su supervivencia justo antes de la extinción.